Dice la RAE, en su primera acepción de la palabra, que invisible es algo "que no puede ser visto". Pero qué algo no pueda ser visto no significa que no esté ahí. Trasladando un símil muy utilizado en el mundo del mar al teatro, podríamos decir que una producción teatral es como un iceberg, en el que los espectadores y espectadoras solo vemos la punta de todo (lo visible), pero los cimientos que hacen que no se tambalee ese todo están sumergidos en la parte escondida (lo invisible).
Desde Caixa Popular y el Teatro Olympia queremos, en esta sección del blog, poner en valor, dar a conocer y visibilizar todas estas profesiones y profesionales, oficios, y por qué no llamarlo arte, que están detrás de cada montaje o producción teatral, que quedan fuera de los focos, del calor del público, del reconocimiento, pero que son imprescindibles, esenciales y vitales para subir el telón cada día.
En esta quinta entrega tenemos el placer de contar con el director Santiago Sánchez;
1. ¿Quién es Santiago Sánchez?
Una vida en el teatro es un camino, por lo que me gustaría poder afirmar que al final soy una persona de teatro. Lo fundamental en el teatro son la interpretación y el texto, y los demás somos buenos acompañantes, tanto en la dirección como en la gestión. Como director es donde más cómodo me siento pero siempre al servicio de un texto y de unos actores que le van a dar vida.
2. ¿Qué hace un director?
La figura del director ha ido cambiando. Tradicionalmente, era el primer actor de las compañías el que se encargaba de coordinar los movimientos. De hecho, hay lenguas en las que la palabra director de escena no existe, es una evolución de la figura del regidor o alguien que pone en escena un texto. A partir del siglo XX hay una evolución de esa figura. Muchas veces, la primera decisión es elegir qué obra se pone en escena para, a partir de ahí, ponerla en pie y trabajarla con los actores.
A mí me gusta buscar qué mensajes y qué cosas secretas están debajo de la obra, ese juego secreto de las palabras. Ese día a día pasa después por trabajarlo con los actores, encontrar ese segundo sentido de la obra y acoplarlo a un movimiento escénico.
A mí me gusta buscar qué mensajes y qué cosas secretas están debajo de la obra, ese juego secreto de las palabras.
3. ¿Por qué te enfocaste a la dirección?
Yo empecé muy joven tanto a actuar como a dirigir, pero un crítico me dio uno de los mejores consejos que he tenido: cuando dirijas no actúes y cuando actúes no dirijas porque siempre una de las dos figuras acaba perdiendo. Con el tiempo me he dado cuenta de que suele perder la figura más sensible, la del actor, porque hay una mirada tuya pendiente de controlar y el actor tiene que volar. La vida me ha ido llevando a ese rol de dirección aunque no descarto volver a los escenarios como actor.
4. ¿Cómo fueron los inicios?
La primera obra que dirigí fue la Mort accidental d?unanarquista, de Darío Fo, con 17 años. En aquel momento éramos un grupo casi deamigos pero el éxito de esa función, que se representó más de 400 veces, nosllevó a profesionalizar el grupo L'Om en el año 83. Da la casualidad de que enel año 93 estrenamos el espectáculo como Imprebís y esto se incorporó casi comoapellido. Por eso nuestra compañía se llama L'Om Imprebís.
5. ¿Qué te ha dado y te ha quitado el teatro?
Precisamente estamos trabajando ahora una obra sobre las cartas de Chéjov que se podrá ver pronto en el Talia en la que Olga Knipper le dice a Chéjov: El teatro me ha dado alegrías, me ha dado penas, pero sobre todo me ha dado a ti. Creo que el teatro nos da sobre todo encuentros, intercambio y conocimiento. Y efectivamente te quita tiempo para ti. Pero la vida del teatro es una vida para los demás y esos momentos tuyos personales los dejas pasar para dedicárselos al escenario.
La vida del teatro es una vida para los demás y esos momentos tuyos personales los dejas pasar para dedicárselos al escenario.
6. ¿Recuerdas alguna persona que te haya marcado significativamente en tu carrera?
Mucha gente. Pero sí es verdad que hemos perdido el sentido artesanal del teatro. A mí me gusta decir que estoy feliz en el teatro cuando encuentro a un actor que juega como un niño con la calidad de un carpintero o profesional que trabaja el cuero, esa mezcla entre la calidad del juego y el rigor del artesano. Por eso son algunos de los directores que me he encontrado en el camino quienes han sido encuentros fundamentales.
En el año 85 es Albert Boadella, y justo en ese periodo tengo la suerte de coincidir también con Darío Fo cuando hacíamos la Mort accidental d'un anarquista. Michel López me marca como creador y visionario del mundo de la improvisación. Peter Brook me enseña que la improvisación genera una gran energía, pero que si eso no se vuelca hacia un texto puede convertirse en peligroso. Hassan Kuyateh me abre las puertas de África y por eso toda la época del 2000 tenemos una influencia muy importante de cómo se concibe el arte y la vida en África.
Luego hay encuentros como son los Carles (Carles Montoliu y Carles Castillo) o los músicos que nos han acompañado que no son encuentros, son parte de la familia.
Estoy feliz en el teatro cuando encuentro a un actor que juega como un niño con la calidad de un carpintero o profesional que trabaja el cuero, esa mezcla entre la calidad del juego y el rigor del artesano.
7. ¿Cómo ha cambiado la profesión a lo largo de todos estos años?
Yo siento que ha cambiado la sociedad, el mundo que nos rodea, pero en el fondo el teatro viene de muy atrás y en esa esencia del teatro no hay tanto cambio. Han cambiado las formas de producción, de exhibición, pero cuando entras en una sala de ensayos todo se mantiene como lo conocimos.
8. ¿Se puede vivir (bien) de esta profesión?
El teatro ha sufrido un proceso de precarización desde la crisis de 2008, y me temo que todos los efectos de la pandemia incidan más en esto. Yo tengo la suerte de vivir del teatro desde el año 83, pero uno de los peligros que yo veo es que no se pueda vivir sólo del escenario. Eso sería una gran pérdida y un gran peligro porque nosotros no debemos jugar a ser profesores o escribir libros sino hacer teatro, lo demás debería ser un complemento pero a veces es lo que hace que un director de escena llegue a final de mes. Si quisiéramos vivir sólo de la dirección de escena, según los cachés que hay actualmente, tendríamos que hacer tres o cuatro direcciones al año y eso también llevaría una pérdida de calidad. A mi me gusta hacer un máximo de dos direcciones al año.
9. ¿Hay futuro en este trabajo?
No sólo en la dirección, en el teatro en general. Se están reduciendo las giras, hay una influencia importante de las plataformas, etc. Yo quiero creer en la calidad del trabajo y, pese a todo, quiero pensar que hay futuro, que el arte encima del escenario es mágico.
Yo quiero creer en la calidad del trabajo y, pese a todo, quiero pensar que hay futuro, que el arte encima del escenario es mágico.
10. ¿Qué consejo le darías a una persona que está empezando?
Vuelvo a citar esta obra de Chéjov en la que dice: El arte ,sobre todo el teatro, es un mundo en el que no puedes entrar sin tropezarte alguna vez en la puerta. Te esperan muchos días de fracasos, incluso temporadas enteras, pero no debes preocuparte, debes prepararte para eso y seguir tu camino. Una vez una persona me dijo que convenciera a su hijo para que dejase el teatro. Yo simplemente le dije que le preguntara si estaba dispuesto a dejarse la vida por el teatro porque la dedicación debe ser plena.
Esto lo dije hace 20 años y ahora empiezo a no querer dejarme la vida en el teatro, he descubierto muchas cosas que las quiero tener también para mí, que las quiero disfrutar y vivir. Así que no sé si ahora hablaría con tanta rotundidad, la verdad.
11. ¿Dónde podemos ver a Santiago Sánchez en su tiempo libre?
De repente cogiendo la moto viendo un atardecer en la Albufera, o viajando, aunque sea cerca de casa? El otro día viendo un atardecer en la Malvarrosa llegué a pensar en esos malvas que yo había visto en El Malecón de la Habana los tenemos aquí, y a veces encerrados en un teatro nos los perdemos.
12. ¿Qué le pides al futuro?
Ilusión. Mientras mis ojos sigan teniendo esa ilusión que tenía cuando era un chaval, sé que está bien. Ilusión por todo: por el teatro, por los encuentros, por la gente, por compartir una comida, por un atardecer o por un momentito de silencio.