1. ¿Cómo te sientes actuando de nuevo en Valencia?
Muy bien. Hacía dos o tres temporadas que no había venido a Valencia capital a trabajar. Tengo una magnífico recuerdo del Teatro Olympia, es un teatro que a mi me gusta mucho y siempre me he entendido muy bien con la familia Fayos que gestiona el teatro. Para mi es un motivo de agrado.
2. ¿Qué destacas de La fiesta del Chivo y por qué tenemos que ir a verla?
Es la historia de una mujer que vuelve a la República Dominicana después de 30 años de exilio en los Estados Unidos porque tuvo que escapar después de haber sido violada por el dictador Trujillo a los 13 años, después de haber sido entregada en sacrificio sexual por su padre.
Yo la recomiendo porque la literatura se complementa muy bien con las recreaciones de espacios en un montaje teatral. La dramaturgia que se ha destilado de la novela funciona, vamos a hacer dentro de poco 150 representaciones, ya está muy testada y está muy bien.
3. ¿Qué compartes con el personaje que interpretas en la obra?
Nada de nada. Me ha pasado con muchísimos personajes. Nunca me ha preocupado poder interpretar personajes que están absolutamente alejadas de mi manera de sentir y de pensar. Es más, a veces uno encuentra un espacio de mayor libertad para poder crear porque realmente no te afecta a ti.
4. ¿Cómo afrontas la preparación de un personaje?
Es un proceso de confianza dilatado en el tiempo durante 45 días donde, ensayo a ensayo, uno va viendo como se va montando el muñeco, todo el montaje. Yo suelo hacerlo a través de los rasgos cotidianos, de cómo anda, cómo viste, cómo habla, cómo mira? Y a partir de ahí, ser muy respetuoso con el texto.
5. En este caso tenías la dificultad o la ventaja de que era una novela y estaba basada en hechos reales. ¿Eso lo hace más fácil o más difícil?
El riesgo aquí en estar por debajo. Un montaje de teatro nunca puede llegar a la complexión general que es el mundo descrito por Vargas Llosa, pero como bien dijo el autor cuando vio el montaje, él entendía la recreación que se hacía en el escenario como perteneciente a la obra.
6. ¿De cuál de tus personajes te sientes más ?padre??
Si los personajes fueran como hijos, esto sería una relación insoportable. Yo puedo tener un número limitado de hijos, ahora tendría una familia de 64 hijos. Los personajes desaparecen de la misma manera que aparecen y uno los recrea, los juega y los interpreta. Llega un momento que hay que olvidarlos, no con desdén sino para dejar espacio a todo lo que está por llegar.
7. ¿Quiénes han sido tus mejores compañeros de viaje para trabajar?
Yo llevo ya 43 años en esto y he sido muy afortunado. Todos los directores con los que he trabajado siempre han estado en lo más necesario para mí a la hora de formarme como actor. Yo siempre he sido muy disciplinado a la dirección. A los actores nos educan en la ductilidad para poder adaptarnos a muy distintas situaciones, estamos hechos a todo.
Es muy importante tener buena conexión con los directores. Y esto en el teatro se produce de una forma mucho más directa y más pausada que en el cine o la televisión. Yo siempre he tenido una experiencia enormemente positiva.
8. ¿Cómo ha sido volver a subir al escenario después de tantos meses?
Cuando terminó el 2019, pensaba que era el momento de hacer cosas que tuvieran que ver con la dirección o con la misma implicación en el teatro pero sin salir al escenario todas las noches. Pero luego me cayó una pandemia encima y me di cuenta de todo lo contrario, de que yo no podía renunciar para nada a esos 43 años de experiencia y si quería sobrevivir a esta desgracia era afrontando un resetado total. A lo mejor hay que buscar, dentro del actor, perfiles y trazos que nunca he frecuentado. Hasta ahora yo iba por mi autovía tranquilito pero este violento descarrile, al tener que ponerte en marcha por verdaderos cenagales, te hace querer ser de otra manera dentro y fuera del escenario. Volver a retomar un aporte de ilusión.
9. ¿Cómo ha cambiado durante la pandemia tu vida laboral y personal?
Soy muy consciente de que en la dimensión pública de nuestro trabajo, el panorama es devastador. En la dimensión privada, yo quiero creer en esa profesión a la que yo pertenezco que está educada en que su primer trabajo puede ser el último. Y muchas veces lo es. Esta profesión sobrevive con mínimos y se sigue manteniendo viva la ilusión de salir a un escenario.
Pedir que la cultura sea un bien de primera necesidad no es porque me venga bien a mi. Es porque le viene bien a la gente. El teatro fue inventado por esa necesidad de poder ver reflejado en otro ser humano aquello que incluso tiene dificultad de pensar o de ver.
10. ¿Cómo crees que podrían ayudar las artes escénicas a rebajar esta ansiedad que se ha creado con la pandemia?
La cultura es segura y los espacios teatrales son seguros. Los empresarios están haciendo un esfuerzo que les está dejando al borde del cierre, es verdaderamente heroico. Sé que es un espacio seguro porque llego antes al teatro y veo cómo se desinfecta, los protocolos?
Ahora el público sabe que venir al teatro es una actividad comprometida. Ya no es casual. Si quieres ir al teatro, vas a ver la función. Todo el mundo va con su mascarilla.
11. ¿Cuál es el gran reto que te falta por afrontar?
Shakespeare. Hay autores de los que se desgrana toda la dramaturgia clásica y contemporánea y, desde luego, estamos hablando del origen del río. Shakespeare es el origen de ese río anglosajón.
12. Cuando termines Shakespeare, ¿para cuándo una obra sobre el arte culinario?
A mi me hubiera gustado hacer la cena, un montaje de Josep María Flotats y Carmelo Gómez. Es la primera vez que he tenido envidia de mi amigo Carmelo, yo tenía que haber hecho esa función con Flotats. Él se hacía traer la cena todos los días de un restaurante de Andrés Madrigal que se llamaba Balzac, y me lo contaba a mí. ¿Pero será posible? ¿Por qué yo no estoy en ese montaje?
Yo cuando pienso en estas cosas, se me escapa incluso el espacio teatral. Lo haría en un matadero o en un espacio así que a veces son tan sugerentes.
13. ¿Qué le pides al 2021?
La vacuna.